Cuando compramos la casa, merodeaba un gato, que imagino en invierno se refugiaba entre las ruinas de lo que eran corrales. No le ha importado nuestra presencia, al contrario, tenemos un acuerdo: mantiene su independencia y libertad, nosotros le damos de comer, en la noches frías le dejamos que entre a dormir al calor, y él mantiene lejos los ratones.
En su cara y orejas tiene señales de las peleas nocturnas con otros gatos para mantener su territorio.
También nos visitan otros amigos de la casa de al lado, donde vive una familia que adora los animales. Esta gatita ha sido criada con biberón y parece que ha encontrado un asiento cómodo.